No importa si “tenemos papeles”
sino si luchamos por el bien del hombre.
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El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Si tu mano te induce a pecar, córtatela.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”
Y,
si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de
Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere
y el fuego no se apaga».
El texto de hoy es continuación inmediata del que leímos el domingo pasado.
Es Juan el que, sin hacer mucho caso a lo que acaba de decir Jesús, salta con
una cuestión ajena a lo que se está tratando. Este texto tiene un significado
aún más profundo si recordamos que, en este mismo capítulo (Mc 9,14-29), justo
antes del episodio que hemos leído el domingo pasado, se nos cuenta que los
discípulos no pudieron expulsar un demonio.
A pesar de que Jesús les acaba de decir que el que quiera ser de los suyos
tiene que cargar con la cruz. A pesar de que les ha dicho que el que quiera ser
primero sea el último y el servidor, los apóstoles siguen sin entender.
Una vez más, Jesús tiene que corregir su afán de superioridad. Siguen
empeñados en ser ellos los que controlen el naciente movimiento en torno a
Jesús. Con el pretexto de celo, buscan afianzar privilegios. Seguramente se
trata de problemas planteados en la comunidad donde se escribe el evangelio de
Marcos.
El resto de lo leído no es un discurso, sino una colección de dichos que pueden remontarse a Jesús o puede que hayan sido acuñados por la primera comunidad.
No es de los nuestros. El texto griego no dice: “porque no es de los nuestros”
sino “porque no nos sigue a nosotros”. Este pequeño matiz podría abrirnos una
perspectiva nueva en la interpretación.
Sólo pronunciar esta frase, supone alguna clase de exclusión y una falta de
comprensión del evangelio. El cristiano debe ser siempre fermento de unidad
(amor) y nunca causa de discordia. Esto se consigue tratando siempre de
potenciar lo que nos une y de superar lo que nos separa. Cuando no queremos
escuchar la opinión del otro, es que no nos interesa la verdad, sino la
seguridad que me proporciona mi verdad.
Muchas veces me habéis oído hablar de las contradicciones del evangelio;
pues hoy lo vemos con toda claridad. (Mt 12,30) dice exactamente lo contrario
de lo que acabamos de oír a Marcos: “El que no está con nosotros está en contra
nuestra, y el que con nosotros no recoge, desparrama.”
En Lucas encontramos las dos formulas, (10.50 y 11,23) así que no hay
manera de desempatar.
Además, estas palabras de Jesús están en contradicción con lo que él mismo dice en Mt 7,22. “No hemos profetizado en tu nombre, y no hemos expulsado muchos demonios… Yo les responderé: No os conozco de nada, apartaros de mí, malvados”.
“El que no está conmigo está contra mí”, se refiere a que la pertenencia
al Reino no es lo natural, no viene dada por el ADN. Hay que hacer un verdadero
esfuerzo por llegar a él.
Recordad las frases del evangelio: “El reino de los cielos padece violencia
y sólo los esforzados lo arrebatan”; y “Ancho y espacioso es el camino que
lleva a la perdición y muchos van por él; estrecha y angosta es la senda que
lleva a la vida y pocos dan con ella”.
Para entrar en el reino es imprescindible un proceso. Hay que nacer de
nuevo, y para ello es preciso morir a lo terreno. La pertenencia al Reino es
responsabilidad de cada individuo, exige una actitud vital que sólo depende de
uno. El que no dé ese paso se quedará fuera.
“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. Indica un
grupo ya consolidado frente a otros. La frase quiere decir que del Reino no se
excluye a nadie. Todos están invitados. Todo el que sinceramente busca el bien
del hombre, está a favor del Reino de Dios que predica Jesús, aunque no lo
conozca. Sólo queda fuera el que rechaza al hombre.
La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios
era el paradigma de toda liberación. En contra de todos los movimientos
religiosos de la época, saduceos, fariseos, Qumrán, etc., en contra del
sentir del pueblo judío, Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a
nadie, ni siquiera a los pecadores. A fin de cuentas es una de las novedades
del mensaje de Jesús que, aún hoy, nos cuesta mucho admitir.
Pretender la exclusividad de su dios, ha hecho polvo las mejores
iniciativas religiosas de todos los tiempos. Considerar absoluta cualquier idea
de Dios como si fuera definitiva, es la mejor manera de entrar en el fanatismo
y en la intransigencia. Monopolizar a Dios, es negarlo. Poner límites a su
amor es ridiculizarlo.
Nuestra religión ha ido más lejos que ninguna otra en esa pretensión de verdades
absolutas. Recordad: “fuera de la Iglesia no hay salvación”, que aún en el
reciente Catecismo se quiere justificar. Por mucho que nos pese, fuera de la
Iglesia hay salvación, y a veces, más que dentro de ella.
Al relatar un episodio parecido, porque no los recibieron al pasar por
Samaría, un discípulo le pide a Jesús que mande bajar fuego del cielo para que
les destruya. Jesús se limitó a decir: “no sabéis de qué espíritu sois”.
Después de dos mil años seguimos sin enterarnos del espíritu de Jesús.
Nuestro criterio sigue siendo la sabiduría que viene de abajo. Seguimos
pretendiendo defender el derecho de Dios, sin darnos cuenta que estamos
defendiendo nuestros intereses más rastreros. No se trata simplemente de
tolerar lo malo que hay en los otros. Se trata de apreciar todo lo que hay en
los demás de bueno.
Entre el episodio de la primera lectura y el que nos narra el evangelio hay
doce siglos de distancia, pero la actitud es idéntica. Desde el evangelio hasta
la fecha, han pasado veinte siglos, y aún no nos hemos movido ni un milímetro.
Seguimos esgrimiendo el “no es de los nuestros”. Los herejes, los cismáticos,
todo aquel que se atreve a disentir, todo el que piense o actúe de modo
diferente. El colmo de la desfachatez es arremeter contra todo el que,
simplemente, se atreve a pensar, y llega a conclusiones distintas a las
oficiales.
Tenemos que decirlo con toda claridad. Para los seres humanos ha sido mucho
más nefasto el teísmo que el ateísmo. Las mayores barbaridades de la historia
se han cometido en nombre de dios. La culpa no la tiene Dios, sino el ídolo que
hemos fabricado a nuestra imagen y semejanza: un Dios que premia a los buenos y
castiga a los malos, lo mismo que hace el mayor de los tiranos. Claro que ese
dios nos tranquiliza, porque si él hace eso, está más que justificado que
nosotros hagamos lo mismo.
El espíritu de Jesús va mucho más allá de lo que abarca el cristianismo
oficial. Se ha acuñado una frase últimamente: “patrimonio de la humanidad”, que
se podía aplicar a Jesús sin restricción alguna: Cristo no es de la Iglesia.
En realidad, el mensaje de Jesús no se puede encerrar en ninguna iglesia o
congregación religiosa. Jesús intentó que todas las religiones, incluida la
suya, descubriesen que el único objetivo de todas ellas es hacer seres cada vez
más humanos. Cualquier religión que no tenga esa meta, es simplemente falsa.
Que en el evangelio de Marcos, la causa de Jesús no coincida con la causa
del grupo de los doce, es un toque de atención para los cristianos de todos los
tiempos. Jesús no es monopolio de nadie. Todo el que está a favor del hombre
está con él. Todo el que trabaja por la justicia, por la paz, por la libertad,
es cristiano. Nada de lo que hace a los hombres más humanos debe ser ajeno a
nosotros. Es inquietante que ninguna de las grandes religiones monoteístas haya
sido, en general, causa de paz sino, de divisiones y guerras.
Ha llegado el momento de cambiar los parámetros de pertenencia. Debemos olvidar si “tenemos papeles” de cristianos o de budistas o de mahometanos, y valorar si de verdad luchamos por el bien del hombre. Los jóvenes de hoy van es esta dirección, por eso critican y se apartan de nuestra religión. No están de acuerdo con ese cristianismo formal que a nada nos obliga y que lo único que aporta son falsas seguridades.
Ni un vaso de agua quedará sin recompensa. Era el modo de hablar de la época, pero no debemos entenderlo al pie de la letra. Cualquier acción que ayude a otro a ser más humano beneficia primero al que la hace. La recompensa está en la misma acción. De la misma manera que cualquier acción que vaya contra el hombre ya me ha hecho inhumano.
El que escandalice a uno de estos pequeños… Pequeño no significa niño, sino
el que tiene todavía una fe incipiente y no está consolidado en ella. La
Vulgata lo traduce por “pusillis” de donde proviene nuestra palabra
“pusilánime”. Significaría aquí todo el que aún no ha llegado a una fe adulta.
Tampoco se trata de un escándalo por discrepancias doctrinales. A Jesús le importan única y exclusivamente los hechos. Entre los primeros cristianos, la manera de interpretar a Jesús fue muy diversa, pero les unía a todos una misma praxis. La manera de vivir es lo que de verdad importa.
Si tu mano te hace caer… etc. Son frases construidas al estilo semítico, por
contraste. No debemos entenderlas al pie de la letra. La mano o el ojo o el pie
no te pueden hacer caer nunca. Se trata de advertir con ese lenguaje exagerado,
de la importancia del seguimiento, y de la relatividad de todo lo demás.
Se pretende cambiar la escala de valores del común de los mortales por otra
de acuerdo con nuestro verdadero ser. La mano, el pie, el ojo, son los
instrumentos indispensables para la acción humana. Pues hasta lo más
indispensable tiene que estar al servicio de lo fundamental: el bien del
hombre.
Meditación-contemplación
El que no está contra nosotros, está a favor nuestro.
Y aunque alguien se empeñe es estar contra nosotros,
nosotros nunca debemos estar contra nadie.
Si mi verdadero ser consiste en lo que hay de Dios en mí,
siempre será más lo que nos une,
que lo que nos separa.
Buscar en todos los seres humanos esa realidad que nos une,
es la verdadera tarea de un seguidor de Jesús.
El cristiano nunca puede fomentar la división (desamor).
Si aún me cuesta aceptar al otro tal cual es,
es señal de que aún no he comprendido el evangelio.
Todavía estoy esperando que cambie para sentirme bien.
¿Puedo imaginarme que Dios hiciera conmigo lo mismo?
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